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ALLISON VALLADOLID

¿CÓMO DESAPARECER UNA MONTAÑA?

Estos bocetos, que bien podrían ser una obra en sí misma, surgen de la persistencia de un recuerdo. De un paisaje que ha seguido a Valladolid de un continente a otro. Y de la necesidad de hacer algo con eso que insiste en colarse en su pensamiento. No se trata de eliminar el recuerdo, sino de situarlo en un lugar distinto. Tal vez aquí el recuerdo opera como un sueño, que solo puede cobrar su sentido final al ser relatado o descrito mediante un dibujo.

 

Lo que Valladolid quiere entonces es librarse de la imagen, ponerla allá afuera, para dejar de extrañarla.

 

Entonces, ¿cómo desaparecer esa montaña? Con dinamita. Con una retroexcavadora. Trepándola: una vez encima de ella, esta desaparece. Es difícil no pensar inmediatamente en la inacabada novela de René Daumal, “El Monte Análogo”, cuyo subtítulo la califica de  “novela de aventuras alpinas, no euclidianas y simbólicamente auténticas”. La relación puede parecer forzada. Pero lo que Daumal sugiere en su compleja metáfora de búsqueda espiritual se cristaliza en escalar una montaña para dominarse a uno mismo. Valladolid bien podría escalar la montaña para dominar el recuerdo, la nostalgia.

 

Pero no. Elige sintetizarla. Echarle una sábana encima. Enmarcarla. Dejarla atrás, como se deja a un paisaje en la carretera en el espejo retrovisor. Superponer incansablemente muchas montañas sobre ella. Volverla una seguidilla de amuletos que son casi pequeñas gemas-montaña. Formas menos radicales a las que he propuesto, y que al parecer no son menos efectivas.

 

Sin embargo, ahí está el dibujo que cierra la serie. Creo que es aquí donde Valladolid se da cuenta de lo infructuoso de su esfuerzo. Miles de pequeñas montañas parecen manar de sus manos. El instrumento mismo que ha elegido para tomar distancia del recuerdo es a la vez el que lo mantiene vivo. Aún exteriorizando el recuerdo de la montaña, una parte del recuerdo permanece dentro de quien lo recuerda.

 

La fórmula también puede pensarse a la inversa: algo de quien los ha puesto allá afuera permanece en estos bocetos. Así este infructuoso ejercicio se revela simbólicamente auténtico. Como la aventura de Daumal. La montaña no desaparece, difícilmente la persistencia del recuerdo se ha resuelto. Sin embargo, la montaña-recuerdo ya no es solo parte del mundo interior de Valladolid. Ahora también puede, indomable, perseguirnos a nosotros.

 

Andrés Hare

Abril, 2021

Allison Valladolid (Lima, Perú 1988)

 

Vive y trabaja entre Lima y Madrid. Estudió Artes Visuales en la Escuela de Arte Corriente Alterna en Lima, Perú y en la Escuela Sur, fundada por el Círculo de Bellas Artes y La Fábrica en Madrid, España. Ha recibido el primer premio en el “3er Concurso de Dibujo, Dos Generaciones” de la Asociación Cultural Peruano Británica (2020) y ha sido finalista en el “XI Concurso Nacional de Pintura del Banco Central de Reserva del Perú” (2019). Su trabajo ha sido exhibido en espacios como el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico, Lima; Proyecto AMIL, Lima, entre otros. Es representada por Ginsberg Galería en Lima, Perú.

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